Como hemos afirmado en posts anteriores, la Psicoterapia se enmarca en un proceso complejo que implica la participación activa tanto de terapeutas como consultantes. Todas las personas tenemos nuestras expectativas sobre diversas situaciones que podemos enfrentar, y el ámbito Psicoterapéutico no es la excepción.

Las expectativas de l@s psicoterapeutas sobre los procesos de tratamiento, en este caso, pueden no sólo diferir de las del o de la consultante, sino también de la realidad luego experimentada en la práctica clínica. Es decir, muchas veces nos encontramos con una persona que plantea determinada problemática y en base a nuestro estudio y experiencia imaginamos y planificamos una hoja de ruta por donde transitar. Sin embargo, «El mapa no es el territorio»

Esta metáfora del lingüista polaco Alfred Korzybski (1933) nos muestra que muchas veces que escenario que nos armamos como plan de acción, no se corresponde exactamente a la realidad o vivencia de la persona, sino que simplemente es una representación subjetiva del o de la terapeuta. Solamente transitando y vivenciando el camino del Encuentro podremos construir paso a paso un sendero que nos permita aproximarnos a la búsqueda de Sentido que cada persona.

Es por eso que para explorar e identificar la brecha entre las expectativas y realidades en el contexto de la psicoterapia, se hace necesario trabajar en equipo junto a quien consulta, para de esa manera construir un camino común que nos permita avanzar hacia modos más Auténticos de Ser en el mundo.

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Expectativas Iniciales:

En los inicios de la carrera, es común ver que l@s psicoterapeutas ingresamos a la práctica clínica con ciertos ideales y expectativas sobre la efectividad de los tratamientos psicológicos. Algun@s esperamos resultados rápidos y cambios dramáticos en l@s consultantes, mientras que otr@s pueden anticipar un proceso más gradual y continuo.

Según Corey (2016), “muchos terapeutas principiantes están imbuidos de un entusiasmo inicial y confían en sus habilidades para ayudar a los clientes a superar sus dificultades”. Si bien ésto es esperable, y puede relacionarse directamente con lo vocacional de la profesión, es necesario estar atent@s a que existen diferencias entre la práctica clínica “didáctica” que se da en un ambiente controlado, y con un peso condicionante del marco teórico de referencia, y la práctica clínica “viva”, en la que resulta imposible seguir de manera lineal “el manual”.

Realidades del Proceso Terapéutico:

Es así que la práctica clínica revela una serie de desafíos y realidades que pueden no ajustarse completamente a las expectativas iniciales. Por ejemplo, Corey (2016) señala que el progreso terapéutico a menudo es más lento de lo esperado, con recaídas y retrocesos que son parte natural del proceso de cambio.

L@s terapeutas también podemos encontrarnos con resistencia por parte de los consultantes, lo que puede dificultar la colaboración y el avance en la terapia (Norcross & Lambert, 2018). En mis primeros tiempos como terapeuta, éste era un factor que generaba cierta inseguridad sobre si mi proceder técnico era el adecuado o no, y de si tenía las características necesarias para el trabajo, etc. Afortunadamente, ésto es algo que nos puede suceder a tod@s.

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Testimonios de Psicoterapeutas Destacados:

 Algun@s psicoterapeutas reconocid@s han compartido sus propias experiencias sobre las expectativas y realidades en la psicoterapia. Por ejemplo, Irvin Yalom, en su obra «El Don de la Terapia», reflexiona sobre la importancia de aceptar la inevitabilidad de los errores terapéuticos y la necesidad de adaptarse constantemente a las necesidades cambiantes de los clientes.

Yalom recomienda: “Si comete un error, admítalo. Cualquier intento de taparlo terminará por jugar en su contra. En algún nivel, el paciente sentirá que usted está actuando de mala fe y la terapia se resentirá. Además, una admisión franca del error es un buen ejemplo para los pacientes y otra muestra de que ellos le importan.”

Del mismo modo, Judith Beck, en «Terapia Cognitiva, Conceptos Básicos y Profundización», destaca la importancia de mantener una actitud empática y colaborativa, incluso cuando los resultados terapéuticos no cumplen con las expectativas iniciales.

Beck afirma “Hasta los profesionales más experimentados, que dominan completamente las técnicas, a veces tienen dificultades para establecer la alianza terapéutica, para conceptualizar correctamente las dificultades de un paciente o para trabajar en forma sostenida hacia un objetivo conjunto. Por estas razones, el terapeuta no debe plantearse evitar totalmente los problemas, sino más bien aprender a descubrirlos y especificarlos, conceptualizar su origen y planificar la manera de solucionarlos”.

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Conclusiones y Consideraciones Finales:

En resumen, nuestras expectativas como psicoterapeutas sobre el tratamiento psicológico pueden no siempre alinearse con las realidades del proceso terapéutico. Es fundamental que podamos reconocer y aceptar esta discrepancia, manteniendo una actitud de apertura, flexibilidad y aprendizaje continuo a lo largo de su carrera profesional.

Referencias:

  • Corey, G. (2016). Teoría y Práctica de la Consejería y Psicoterapia. Aprendizaje Cengage.

  • Norcross, JC y Lambert, MJ (Eds.). (2018). Relaciones de psicoterapia que funcionan III. Prensa de la Universidad de Oxford.

  • Yalom, ID (2009). El don de la terapia: una carta abierta a una nueva generación de terapeutas y sus pacientes. HarperCollins.

  • Beck, JS (2011). Terapia cognitiva: conceptos básicos y más. Prensa de Guilford.