El vínculo entre @l Psicoterapeuta y la persona que viene a consulta es un componente esencial para llevar adelante un tratamiento psicológico. Es un lazo especial que se construye a través de la confianza, la empatía y la comunicación efectiva, y juega un papel para acompañar el proceso de “curación” y crecimiento personal.

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¿Por qué este vínculo es tan importante?

  • Confianza Mutua: Cuando una persona confía en su terapeuta, se abre a compartir sus emociones, pensamientos, sentimientos y experiencias más íntimas. Para que la persona confíe, es necesario construir un espacio seguro donde pueda explorar sus preocupaciones sin miedo al juicio o la crítica.

Como Psicoterapéutas nos vemos ante el desafío de aceptar que no todas las personas compartimos los mismos valores, y que no es saludable tratar de influir manipulando para imponer lo que nosotros juzgamos como moralmente aceptable.

El proceso de autoconocimiento d@l Terapeuta es esencial para acompañar adecuadamente.

Empatía y comprensión: Para comprender las perspectivas y las emociones de quien busca ayuda es necesario conectarse emocionalmente, reconociendo, compartiendo y entendiendo sus sentimientos y estados de ánimo.

Al sentirse comprendid@, la persona se siente valorada, apoyada, y validada en el marco de su experiencia de dolor o malestar, lo que le motiva a trabajar en en búsqueda de su bienestar emocional.

Si no podemos empatizar con la persona que consulta va a ser imposible acompañar eficientemente para construir una alianza.

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Alianza terapéutica: Una alianza terapéutica sólida facilita la colaboración entre ambas partes para identificar los objetivos terapéuticos e implementar estrategias de tratamiento efectivas.
Terapeuta y consultante somos un equipo que construye soluciones a problemas concretos y generales, a corto, mediano y largo plazo.

Cuando la alianza está “firme” l@s terapeutas reconocemos que hay condiciones de trabajo adecuadas para explorar en profundidad, y ayudar a que la persona pueda “apropiarse” del síntoma, contactando con su libertad y responsabilidad en el proceso de cambio.

Exploración profunda: Existen aspectos profundos de la historia vital que influyen en el aprendizaje de estrategias de afrontamiento, y que en determinado momento pueden resultar desadaptativas o no adecuadas para la salud física o psicoemocional de la persona .

La exploración de experiencias pasadas (ya sea traumáticas o no), nos permite comprender patrones de comportamiento no conscientes y/o creencias limitantes que pueden interferir con el bienestar de la persona.

No se trata de hurgar en el pasado por deporte, o en búsqueda de una “solución mágica” que funcione como encontrar y cambiar una pieza de la máquina para que “todo vuelva a funcionar bien.” Como terapeutas sería recomendable no olvidar que somos personas y no máquinas.

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Motivación y compromiso: Si la persona que consulta se siente conectada y apoyada por su terapeuta, hay más probabilidades que se mantenga motivada y comprometida con el proceso terapéutico incluso cuando surjan desafíos difíciles.

Reconocer los logros, las características saludables,  así como las capacidades de cambio de la persona, puede ser de utilidad para contrastar la mirada (muchas veces pesimista) que tiene sobre sí misma.

Por mínimos que sean los cambios y avances, es de utilidad para el proceso, que l@s terapéutas mostremos a la persona también su lado iluminado o fértil, para que se anime a construir nuevos caminos por donde transitar.

En definitiva, un vínculo terapéutico entre psicoterapeuta y consultante se basa en la confianza, la empatía y la colaboración proporciona el apoyo necesario para que la persona explore, crezca y se recupere en su viaje hacia el bienestar emocional y la salud mental.

Referencias:

  • Bordin, E. S. (1979). La generalizabilidad del concepto psicoanalítico de la alianza terapéutica. Psicoterapia: Teoría, Investigación y Práctica, 16(3), 252–260.

  • Gelso, C. J., & Carter, J. A. (1994). Componentes de la relación psicoterapéutica: Su interacción y desarrollo durante el tratamiento. Revista de Psicología de Consejería, 41(3), 296–306.

  • Horvath, A. O., & Symonds, B. D. (1991). Relación entre la alianza terapéutica y el resultado en psicoterapia: Un meta-análisis. Revista de Psicología de Consejería, 38(2), 139–149.

  • Martin, D. J., Garske, J. P., & Davis, M. K. (2000). Relación de la alianza terapéutica con el resultado y otras variables: Una revisión meta-analítica. Revista de Psicología Consultora y Clínica, 68(3), 438–450.

  • Norcross, J. C. (2011). Relaciones terapéuticas que funcionan: Responsividad basada en evidencia (2da ed.). Oxford University Press.