En nuestra práctica clínica, es común encontrarnos con personas que consultan y que hablan muy bien de sí mismas. Tienen un discurso claro, detallado, incluso lúcido. Nos dicen que «ya entendieron lo que les pasa», que «ya lo trabajaron», que «eso ya no les afecta». Sin embargo, algo no encaja del todo.

Como terapeutas, notamos que ese supuesto insight no se acompaña de un movimiento emocional, corporal o existencial. Y entonces surge la pregunta:
¿Es un insight auténtico o una defensa disfrazada de comprensión?

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Insight defensivo vs. insight transformador

No todo lo que suena bien ayuda a sanar. Hay formas de entender lo que nos pasa que, en lugar de abrir nuevas posibilidades de transformación, nos mantienen atrapados en explicaciones elegantes pero frías. En estos casos, el insight funciona más como una defensa que como una vía hacia el cambio real.

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Estas son algunas señales clínicas que pueden ayudarnos a diferenciar un insight defensivo de uno verdaderamente transformador:

1. Falta de resonancia emocional o corporal

La persona relata situaciones dolorosas como si estuviera hablando de una película ajena. Hay una neutralidad emocional llamativa. Incluso si el trauma fue trabajado, esperamos que ciertos recuerdos aún generen alguna forma de eco emocional: tristeza, vergüenza, enojo, nostalgia…

2. Intelectualización e hiperverbalización

El discurso se vuelve sofisticado, analítico, excesivamente claro. Pero no hay lugar para la duda, la contradicción o el titubeo emocional. A veces sentimos que quieren convencernos (o convencerse) más que abrirse a transformar.

3. Narrativa cerrada sin resonancia

Frases como “eso ya lo entendí”, “eso no me afecta más” o “ya lo superé” pueden indicar una evitación encubierta. Entender racionalmente lo que nos pasa no significa haberlo integrado emocional o existencialmente.

4. Control emocional excesivo

El relato es limpio, lógico, ordenado. Pero no hay pausas, no hay emoción, no hay titubeo corporal. La escena no se revive: se cuenta.

5. Sensación contratransferencial de vacío

Desde el lugar del terapeuta, sentimos que todo «suena bien», pero no se siente bien. Hay una distancia sutil, una falta de contacto genuino. Es como si hubiera una barrera invisible entre la persona y su experiencia vivida.

6. Microdosis emocionales seguidas de repliegue

A veces quien consulta parece soltar algo de emoción, pero rápidamente vuelve al control racional. Como si tocar esa emoción fuera demasiado peligroso o desestabilizador.

7. Sobreadaptación, perfeccionismo y autoculpa

Estas estrategias muchas veces sostienen un «falso insight»: la persona se explica con lógica, pero no puede apropiarse de su sufrimiento para cambiar su forma de estar en el mundo. No hay lugar para la libertad, ni para una narrativa nueva que implique riesgo.

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Una frase que resume todo esto:

📘 «El insight que no conmueve el cuerpo ni modifica el relato no es más que una defensa elegante.»

Esta frase, que resuena en múltiples enfoques contemporáneos (EMDR, terapias somáticas, trabajo con trauma), nos recuerda que comprender no siempre es transformar.

Para profundizar:

  • van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Penguin Books.
    📖 Link al libro
  • Siegel, D. J. (2010). The Mindful Therapist: A Clinician’s Guide to Mindsight and Neural Integration. W. W. Norton & Company.
    📖 Más sobre Mindsight
  • Fisher, J. (2017). Healing the Fragmented Selves of Trauma Survivors: Overcoming Internal Self-Alienation. Routledge.
    📖 Ver en Routledge

Reflexión final

Como terapeutas, necesitamos entrenar no solo el oído clínico, sino también la sensibilidad corporal y emocional para detectar cuándo un discurso, por muy lúcido que parezca, no está conectado con lo esencial del sufrimiento. Porque si el cuerpo no habla, si la emoción no vibra, quizás estamos frente a un insight que no transforma, sino que protege.